En la tormentosa asamblea del Congreso para decidir el voto de confianza o censura al primer gabinete del gobierno, luego de haber sido visto como intruso, el quechua terminó victorioso. Salieron de los closets y del fondo de las conciencias de la mayoría de congresista los viejos y nuevos miedos: “¡Hable en castellano!”, gritó la señora presidenta, dando una especie de orden a Guido Bellido, el primer ministro, por atreverse a saludar en quechua, aymara y asháninka, a la larga lista de jefes y personas importantes en el hemiciclo; por saludar -tocándose el corazón, expresando sus sentimientos en un quechua impecable- a sus hermanas y hermanos de cada uno de los rincones de los 4 suyos o puntos cardinales del Perú. La orden de la presidenta, de indudables raíces cajamarquinas, fue acompañada de un coro de gritos. Sintieron, seguramente, una afrenta contra el sagrado castellano de la madre patria. Al final, Bellido volvió a hablar en quechua, para despedirse de sus (nuestras) hermanas y hermanos, diciendo frases preciosas que me llevaron directamente a José María Arguedas en su célebre poema en quechua Túpaq Amaru Kámaq Tantanchisman, Hailly taki, de 1962.

Vuelvo sobre la importancia simbólica y práctica de los momentos quechuas del discurso hablado por primera vez en la historia peruana por un primer ministro que es y se parece a un comunero de Chumbivilcas, de los ayullus de Puquio o de Castrovirreyna en Huancavelica. El ingeniero Bellido habla castellano, y habla, siente y piensa, en quechua; lo que dice nos toca profundamente a quienes hablamos, respetamos y amamos esa lengua nacida y crecida en nuestro suelo. No obstante, esta y todas las lenguas originarias están postergadas, maltratadas y amenazadas desde el poder en cuyo mundo se cree que la lengua peruana es el castellano y la segunda debe ser el inglés.

1. Lo que dijo el primer ministro Bellido, sus gestos comunicacionales para ser oído y comprendido por sus pares hermanas y hermanos, tratando de llegar a ellos pese a las condiciones ajenas y hostiles en las que hablaba. Dividiré en dos momentos los textos de su intervención en el Congreso:

Texto 1. Luego de saludar en castellano a las autoridades y congresistas, se dirigió en quechua, nombrando, una a una, a las personas importantes, y a los presentes, siguiendo el ritual ya corriente en asambleas parecidas en el país; luego dijo:

Hermanos y hermanas, Señora líder mayor del congreso, vicepresidentas, hermanos y hermanas congresistas de la República, hermanos y hermanas, que están en cada uno de los distritos, provincias, región y todos los que están en el suyo Perú, los saludo en estos 200 años de vida republicana en que estamos. Durante 500 años, sufrimos, caminamos lentamente entre cerros y nevados para llegar hasta aquí, a este Congreso de la República y para que aquí se escuche nuestro decir, nuestra voz. Señora presidenta y vicepresidentas, he venido hasta aquí, en nombre de mi pueblo, de mi pueblo sufriente, para hablar con cada uno de ustedes hermanos y hermanas; no nos vamos a pelear y no nos vamos a odiar. Voy a hablar también en la lengua de Castilla, hermanos y hermanas.
[Como el primer ministro, luego de mencionar a las autoridades, siguió hablando en quechua. Se oyó decir a la presidenta: ¡HABLE EN CASTELLANO!, frase que parecía una orden; no obstante, Guido Bellido siguió hablando, cuando terminó, le exigieron que traduzca. Luego, Bellido mostró un ejemplar de la constitución de 1993 vigente y retomó su discurso]…
Hermanos y hermanas, el artículo 48 de esta Constitución dice que es nuestro derecho hablar tanto en castellano como en quechua”. [Bellido levantó el puño derecho, se escucharon aplausos, sin gritos ni protestas… la presidenta insistió: que hable en castellano… Bellido habló en la lengua de Castilla y presentó el primer plan de gobierno].

Texto 2. Al final de su discurso oficial, Bellido habló nuevamente en quechua:

Gran dirigente… señora presidenta …Hermanos y hermanas congresistas, ahora saludo a cada uno de mis hermanos y hermanas, quién sabe sobre qué río, sobre qué parte alta de las chacras estarán, cuántos trabajadores como yo me estarán oyendo. A todos ustedes les envió mi saludo grande, ustedes me estarán oyendo, seguramente muchos no entenderán esta lengua de Castilla. Hermanos y hermanas, en cada uno de los distritos de ustedes a los que llegué, me dijeron: Guido, no tengas miedo; como pastor, Guido tienes que ir poco a poco, lentamente; también nosotros te vamos a esperar con paciencia.
Este suyo del Perú, este pueblo del Perú, tiene que salir adelante, hermanos y hermanas; nosotros dijimos, ¡no habrá un salvador!, no habrá quien nos guíe como en tiempos nuestros; somos nosotros mismos los que tenemos que guiarnos. Y ya estamos en eso, ¡somos runas-seres humanos! Ustedes mismos, hermanos, hermanas, vendrán después de mí; sus hijos, con sus hermanos y hermanas que vendrán después de mí, juntos viviremos y, de manera hermosa, llevaremos a nuestro pueblo hacia adelante, sin odiarnos, sin pelearnos; por el contrario, juntos tenemos que buscar el buen vivir, el buen amar, el buen trabajar.
Tengo mucho que decirles. Anoche, antes de venir aquí, pensé contar en quechua todo lo que tenía que decir en castellano, pero no está todavía preparado el terreno para eso; está aún por trabajar, es necesario desatar los arbustos enredados. Entonces, sí será posible que juntos, entre nosotros, hermanos y hermanas [Mirando a los congresistas] entonces. juntos con ustedes, hermanos y hermanas, caminaremos hacia adelante.
Gracias hermanos y hermanas, donde quiera que estén oyéndome, en qué cerro nevado, en qué cerros, en qué borde de la chacra, o aquí mismo en Lima, me están oyendo. Les agradezco, con todo mi corazón, hermanos y hermanas.

2. Reacción de las desvalidas criaturas monolingües castellanas, algunas con ciertas nociones de inglés.

Al inicio de toda reunión pequeña o grande que se considera importante, el saludo ritual en cualquiera de las lenguas indígenas del continente americano, está ya prácticamente generalizado, desde el Foro de Säo Paulo o una reunión política en la Pampa de La Quinua. Lo nuevo en el hemiciclo, el 26 de agosto, fueron los dos o tres minutos de las intervenciones en quechua de Bellido. Por la tensión enorme que producía lo que estaba en juego en esa reunión, los ánimos estaban muy tensos y en esas circunstancias afloraron los miedos, surgió el murmullo seguido de gritos de parte de la mayoría de derecha de los congresistas. Quienes vimos el debate por televisión, no pudimos oír los gritos porque el micro de la sala estaba apagado, aunque si pudimos oír el murmullo de un lado y los aplausos de sus 37 colegas de Perú Libre, partido del gobierno, del otro.

El miedo que reapareció es a la lengua quechua en la que se expresaban las huestes de Manco Inca cuando estuvo a punto de tomar Lima en 1536 o las de Túpac Amaru que, si hubieran ocupado el Cusco en 1781, otra habría sido la historia del Perú. También el quechua de hoy infunde miedo; por eso el clamor para que Bellido ¡“traduzca lo que dijo!”, para salir de dudas. Fue notable el momento en que el primer ministro Bellido sacó un ejemplar de la Constitución vigente y mostrándoselo a todas y todos les recordó un inciso del artículo 48 en que se afirma que el quechua es también una lengua oficial (aunque sigue después del castellano).

Hay ya en el Congreso de los últimos 25 años una casuística larga de desencuentros y broncas; algunas sabrosas, como las que opusieron a dos congresistas: de un lado, la poderosa y favorita peso-pesada congresista fujimorista, súper especialista en peruanismos, Martha Hildebrandt; y, del otro, la señora Hilaria Supa, cusqueña de la pampa de Anta, peso-pluma, pero orgullosa de hablar quechua y ser cusqueña. Entonces, no estaba en juego la unidad de la derecha en los últimos cuatro meses, pero la doctora Hildebrandt desde lo alto de su saber le dijo a la señora Supa que era “una ignorante en castellano”, y que esa no era una razón de discriminación por ser quechua ni por hablar quechua. Nunca hubo en el Congreso ni en ninguna instancia del Estado-gobierno nada que se parezca a un equipo de intérpretes para hablar con los peruanos de otras lenguas, pero sí para las reuniones en las que los visitantes son desvalidas criaturas que solo hablan inglés. Tampoco las fuerzas armadas, por propias razones profesionales, dispusieron que sus oficiales aprendan la lengua de sus adversarios internos, potenciales enemigos. ¡Que traduzcan!, ordenan los que en Perú mandan, pero los mismos piden traducción simultánea cuando van a reuniones internacionales en inglés. Podrían aprender quechua e inglés y les iría mejor en la vida profesional, pero hacerlo supone una decisión y disciplina que no tienen. Si así fuera, conocerían la poesía quechua que se canta y aprenderían a cantar y tocar charango, guitarra o violín y se convertirían en peruanos zorros de arriba y de abajo, cantando a dúo o coro con sus soldados. Por ese camino ya no podrían considerar a los quechuas como rivales o potenciales enemigos.

Las únicas palabras del quechua que la limeñitud de todos los colores y niveles sociales aprendió fue “supaypa wawa” (hijo del diablo); también, a decir “contra” con los dedos índice y meñique, por si lo dicho en quechua fuese un insulto o una lisura, el garbo de Chabuca Granda y no una grosería. Ahora tenemos una nueva palabra aparentemente quechua, kausachum, que intenta traducir el verbo vivir pero no tiene nada que ver con la interjección de triunfo ¡“que viva!”; Haylli, en quechua (Qallalla, en aymara), interjecciones de triunfo después de batallas, o en honor a los incas victoriosos o a sus wakas para recordarlos.

3. El quechua en Perú y en América Latina. El quechua es una lengua que se habla en Perú, Bolivia, Ecuador (el núcleo fuerte) también en grupos más pequeños en Colombia, Argentina, Chile (territorios que corresponden en gran parte al espacio ocupado por la sociedad inca), y en la Amazonía brasileña, desde tiempos del caucho. En Perú tenemos 8 variaciones dialectales, que, al mismo tiempo, son las 8 áreas musicales en las que se canta la poesía quechua: (Puno, Cusco, zona Chanca, Huanca, Junín-Cerro de Pasco-parte de Huánuco, Ancash Huaylas, Ancash Conchucos, y quichua amazónico (fuente: Rodrigo, Luis y Edwin Montoya, Urqukunapa yawarnin, La sangre de los cerros: antología de la poesía quechua que se canta, CEPES, Mosca azul editores y UNM de San Marcos, 1987, mapa, p. 21).

El quechua y sus variaciones dialectales es una de las cincuenta lenguas y 62 dialectos de estas: (castellano, quechua, aymara, 42 lenguas amazónicas, japonés, chino, italiano y árabe), tiene dos de las diez culturas del país, además de dos occidentales, culturas aymaras, dos amazónicas, y la japonesa, china, italiana y árabe (Rodrigo Montoya Rojas, Culturas: realidad teoría y poder, UNM San Marcos, Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales, 2019, p. 130)

No contamos con una información censal precisa para saber cuántas personas hablan el quechua y las otras lenguas indígenas; el censo de 2017 del Instituto Nacional de Estadística y Censos, INEI, tiene muchas limitaciones que no puedo tratar aquí; calculo que el número de quechuas es de 4.5 millones.

4. La realidad vista, sentida y vivida con el quechua que expresa los sentidos profundos de la cultura quechua vs la razón.

     a. En una primera aproximación, lo que el gesto de tocarse el corazón y hablar en quechua en el hemiciclo significan: decir les hablo desde el corazón para llegar a los corazones de ustedes. En el universo de la cultura andina quechua, el corazón es el rinconcito donde anidan los sentimientos, el amor, la memoria y la inteligencia; juntos y revueltos, dentro de un todo, en el que no se separa para dividir o tratar de entender, como ocurre en las culturas y subculturas occidentales, por eso de la racionalidad que separa la razón de la magia, o lo sagrado de lo profano, por ejemplo. Se confunden el corazón y la memoria: la palabra yuyachkani es la primera persona del gerundio del verbo yuyariy, recordar; Yuyay es la palabra puntual para designar la inteligencia a través del saber, yuyayniy, mi pensamiento, mi idea, lo que sé; de ahí, el respeto a los ancianos por su saber y experiencia. Yuyay quiere decir saber, sabiduría; también es considerado como sinónimo de pensar, como ocurre con el verbo hamut’ay del quechua cusqueño. A pesar de estas precisiones, la dificultad con el verbo pensar en quechua puede notarse en el rápido préstamo del verbo castellano pensar, introducido en las diferentes variaciones del quechua: pinsay, pensar, pinsani-pienso.

      b. Los verbos Munay y kuyay quieren decir amar, son particularmente importantes en el modo de pensar, sentir, dar sentido y vivir de la cultura quechua. Cito, a continuación, un texto sobre los matices del verbo amar en quechua, en comparación con su equivalente en castellano:

“No hay en el mundo, lenguaje en el cual se pueda manifestar con un solo verbo tantos estados de ánimo, tantos estados de dulcedumbre o de ternura o de pasión… En castellano se pide amor con una forma verbal inmutable: ámame. El estado de ánimo estará en el acento y en el ademán con que se formule la demanda, pues la palabra mantendrá en todo momento su estructura única. En el runasimi [lengua de los seres humanos, quechua] es distinto. Munaway es el equivalente del español; pero es demasiado duro, descortés, ineficaz. Hay que suavizarlo, hacerlo más insinuante: munakuway. Si hay que pedir con dulzura: munariway. Si llega el caso de insistir: munallaway. Si es necesario rogar: munakullaway. Insistir en el ruego: munarikullaway. La imploración se expresa exactamente: munarikullaway”. (Jesús Lara, tomado de Luis Montoya Rojas, Canción quechua, historia y región en las provincias altas del sur andino, tesis doctoral, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1987, p.7)

Munaway es el verbo amar en el quechua cusqueño y boliviano; en el quechua ayacuchano y en las otras variedades de esta lengua en Perú, el equivalente es kuyay, y se usa con las mismas formas verbales descritas por Jesús Lara, un escritor y estudioso boliviano del folklore. Munay en el quechua ayacuchano quiere decir exactamente desear; mientras en el quechua cusqueño, tiene las dos acepciones.

      c. Debo agregar al texto de Jesús Lara, otra particularidad del quechua: el peso del diminutivo cha que se agrega a las palabras para indicar la intensidad del afecto con el que se pronuncian. Ejemplo: Anacha, Anita; Anachachallay, Anitita; si no es suficiente el doble diminutivo, se puede insistir tres o más veces, de modo que Anititititita exprese un afecto muy, muy grande. Pero hay más, el diminutivo está también presente en la conjugación del verbo: ejemplo: takichakuchkani; cuya traducción imposible al castellano sería estoy cantandito.

      d. ¿Por qué Bellido insiste en citar a sus hermanas y hermanos? En el sistema de parentesco quechua, los hermanos de ego, yo, son propiamente mis hermanos, así como todos mis primos y primas; llamo padres a mis progenitores y también a todos sus hermanos y hermanas; lo mismo ocurre con los abuelos, hijos y nietos. En última instancia, todos los miembros de un grupo de parentesco tienen un vínculo de hermandad. Si a este lazo se le agrega el diminutivo, tendremos la enorme frecuencia de las palabras mamacha, papacha-mamita, papito.

e. Finalmente, el principio de reciprocidad (dar para recibir y recibir comprometiéndose a devolver) es paralelo a los componentes lingüísticos y afectivos que he señalado hasta aquí. La relación de profunda cercanía, y al mismo tiempo distancia, entre los de arriba y de abajo, tanto entre individuos como entre grupos, partes, o parcialidades de los ayllus-comunidades refuerza los vínculos afectivos entre familiares nucleares o extendidos.

5. Arguedas en el horizonte. Otra vez, como es debido.

Tomo un fragmento de la traducción del poema quechua de José María Arguedas, Túpaq Amaru Kámaq taytanchisman Haylly taki, A nuestro padre creador Túpac Amaru, Himno Canción, 1962, la traducción es del propio Arguedas:

“Escucha, padre mío: desde las quebradas lejanas, desde las pampas frías o quemantes que los falsos wiraqochas nos quitaron, hemos huido y nos hemos extendido por las cuatro regiones del mundo. Hay quienes se aferran a sus tierras amenazadas y pequeñas. Ellos se han quedado arriba, en sus querencias y, como nosotros, tiemblan de ira, piensan, contemplan. Ya no tememos a la muerte. Nuestras vidas son más frías, duelen más que la muerte. Escucha, Serpiente Dios: el azote, la cárcel, el sufrimiento inacabable, la muerte, nos han fortalecido, como a ti, hermano mayor, como a tu cuerpo y tu espíritu. ¿Hasta dónde nos ha de empujar esta nueva vida? La fuerza que la muerte fermenta y cría en el hombre ¿no puede hacer que el hombre revuelva el mundo, que lo sacuda?
Estoy en Lima, en el inmenso pueblo, cabeza de los falsos wiraqochas. En la Pampa de Comas, sobre la arena, con mis lágrimas, con mi fuerza, con mi sangre, cantando, edifiqué una casa. El río de mi pueblo, su sombra, su gran cruz de madera, las yerbas y arbustos que florecen, rodeándolo, están, están palpitando dentro de esa casa; un picaflor dorado juega en el aire, sobre el techo.
Al inmenso pueblo de los señores hemos llegado y lo estamos removiendo.
Con nuestro corazón lo alcanzamos, lo penetramos; con nuestro regocijo no extinguido, con la relampagueante alegría del hombre sufriente que tiene el poder de todos los cielos, con nuestros himnos antiguos y nuevos, lo estamos envolviendo. Hemos de lavar algo las culpas por siglos sedimentadas en esta cabeza corrompida de los falsos wiraqochas, con lágrimas, amor o fuego.
¡Con lo que sea! Somos miles de millares, aquí, ahora. Estamos juntos; nos hemos congregado pueblo por pueblo, nombre por nombre, y estamos apretando a esta inmensa ciudad que nos odiaba, que nos despreciaba como a excremento de caballos. Hemos de convertirla en pueblo de hombres que entonen los himnos de las cuatro regiones de nuestro mundo, en ciudad feliz, donde cada hombre trabaje, en inmenso pueblo que no odie y sea limpio, como la nieve de los dioses montañas donde la pestilencia del mal no llega jamás. Así es, así mismo ha de ser, padre mío, así mismo ha de ser, en tu nombre, que cae sobre la vida como una cascada de agua eterna que salta y alumbra todo el espíritu y el camino.
Tranquilo espera, tranquilo oye, tranquilo contempla este mundo.
Estoy bien ¡alzándome!
Canto; tu mismo canto entono.
Aprendo ya la lengua de Castilla, entiendo la rueda y la máquina; con nosotros crece tu nombre; hijos de wiraqochas te hablan y te escuchan como el guerrero maestro, fuego puro que enardece, iluminando.
Viene la aurora.
Me cuentan que en otros pueblos los hombres azotados, los que sufrían, son ahora águilas, cóndores de inmenso y libre vuelo.
Tranquilo, espera.
Llegaremos más lejos que cuanto tú quisiste y soñaste.
Odiaremos más que cuanto tú odiaste; amaremos más de lo que tú amaste, con amor de paloma encantada, de calandria.
Tranquilo espera, con ese odio y con ese amor sin sosiego y sin límites, lo que tú no pudiste lo haremos nosotros.
Al helado lago que duerme, al negro precipicio, a la mosca azulada que ve y anuncia la muerte, a la luna, las estrellas y la tierra, el suave y poderoso corazón del hombre; a todo ser viviente y no viviente, que está en el mundo, en el que alienta o no alienta la sangre, hombre o paloma, piedra o arena, haremos que se regocijen, que tengan luz infinita, Amaru, padre mío. La santa muerte vendrá sola, ya no lanzada con hondas trenzadas ni estallada por el rayo de pólvora. El mundo será el hombre, el hombre el mundo, todo a tu medida.
Baja a la tierra, Serpiente Dios, infúndeme tu aliento; pon tus manos sobre la tela imperceptible que cubre el corazón. Dame tu fuerza, padre amado.

Pregunto a ustedes lectoras y lectores si no hay en parte de lo que dijo Guido Bellido algo o mucho del texto de Arguedas. Espero que no sea solo yo quien me haya conmovido con esas palabras, con su hablar desde el corazón, con ese amor por su ayllu, su madre monolingüe. A la señora Victoria Nicolaza Vargas, que es trabajadora del hogar en mi casa desde hace 20 años y que veía junto conmigo el discurso, los ojos se le llenaron de lágrimas y lloró cuando Bellido saludó uno por uno a sus hermanos de todos los rincones del país. Volvió a llorar cuando a mitad de su discurso Bellido dijo en quechua, al cerrar un párrafo de su lectura, antes de comenzar otro: “¡ay llaqtallaya!”, “ay mi tierrita, mi ayllitu, mi comunidad, mi paguito”. En ambos momentos yo estuve muy conmovido y se me humedecieron los ojos porque esa confesión de nostalgia y pena la compartimos todos los que hablamos quechua y queremos a nuestros ayllus y comunidades. En una circunstancia parecida, en ocasión del primer debate entre un grupo de candidatos antes de la primera vuelta, la misma señora Victoria luego de oír y entender todo lo que el candidato del sombrero dijo, en su castellano sencillo, fue “yo votaré por el candidato del sombrero”.

Como me contó Miryam Yataco* en un mensaje de Whatsapp: “hay una conmoción, mis colegas Kichwas de Otavalo [Ecuador] me dicen que han llorado al ver a Bellido… Él ha creado una ola inmensa de reclamación por el idioma”.

6. Triunfo, por qué, y horizonte.

La victoria del quechua en este primer encuentro es la primera de su tipo en nuestro país. Fue suficiente una jornada en el hemiciclo para que las pifias y gritos no se repitan y para que los aplausos aumenten, tanto como los varios pasos delante de una conciencia más vasta sobre la inaceptable dominación lingüística que existe en Perú desde hace cerca de quinientos años. Ahora no basta defender las lenguas de los pueblos vencidos solo en espacios académicos, sino al lado de quienes hablamos esas lenguas, apoyándonos y defendiéndolos.

Desde una orilla, lo ganado refuerza al quechua que vive y tiene fuerza; ojalá sea posible que aumente el número de personas que se identifica con su lengua y pierda el miedo por ocultarla. Antes del 26 de agosto, había ya en Perú espacios mayores para el quechua y las lenguas indígenas y se siente un cambio de actitud; son numerosos los grupos de jóvenes en todas partes que quieren aprender música y danzas y se acercan a la espiritualidad indígena que ocupa mayores espacios con sus ofrendas (pagos, qayway), su medicina propia y su presencia para abrir eventos últimamente oficiales, con altumisayuqs, y awkis.

Desde la otra orilla, desde el poder de la colonialidad, los adversarios de siempre quisieran que esa lengua desaparezca. Para vergüenza del Perú, en los colegios se enseña más horas de inglés que de historia peruana y por eso sus egresados y los estudiantes universitarios al final de sus carreras no tienen ni idea de lo que fue la sociedad inca y no están profesionalmente preparados para tomar en cuenta ese primer componente del Perú como uno de los puntos de partida. ¿Y los ministros de Educación? Para los problemas serios como el papel de la historia, estuvieron pintados en la pared por lo menos en los últimos cincuenta años, con una o dos excepciones.

Desde los gobiernos y su ministerio de la alta cultura se ignora a las naciones-culturas-lenguas-patrias como sujetos políticos con derechos propios para que sus posiciones en la llamada consulta previa sean vinculantes, o estén presentes en el Congreso con su representación propia, por ejemplo. Solo se toma en cuenta a sus artistas considerados como productores industriales de objetos artísticos en las esferas musical (danza y canto), textil artesanal y otros, con grandes perspectivas en el mercado mundial a través de PromPerú y el turismo, a condición de que se vuelvan emprendedores, gestores culturales y se inscriban en nuevas especialidades de ese orden. Por otro lado, como los pueblos indígenas no son sujetos políticos colectivos reconocidos, solo son tomados en cuenta a través de sus individuos, cuya condición principal es de electores, consumidores e informales sin trabajo fijo y sin entrar en planillas. Por ese camino, su ciudadanía republicana no tiene por dónde aparecer, y su ciudadanía étnica tampoco puede ser reconocida.

En la nueva pequeña división del trabajo del pleno dominio capitalista de la sociedad peruana, las culturas indígenas deben servir para la diversión y recreación, siempre que sus artistas estén “fashion”, sigan la moda del mercado, los nuevos modelos: estilizar, modernizar todo lo que saben hacer; que una parte de las cantantes sigan el ejemplo de Ima Súmaq, la primera gran estrella internacional, que los modistos les inventen los vestidos más estrafalarios, que las otras descubran la fuerza creativa de la fusión y le den a los waynos nuevos aires colombianos o de donde vengan, dejando atrás lo viejo; que ya no se cante en quechua, etc, etc.

Me parece inevitable reorganizar a fondo el ministerio de la alta cultura y reemplazarlo por otro de las Culturas, para cerrarle el paso a la perspectiva teórica y política de no tomar en cuenta a las culturas como modos de ser, sentir y dar sentido a la vida.

Después de esta pequeña gran victoria del quechua, se impone reunir la fuerza suficiente para proponer la formación de un Instituto de investigación y enseñanza de lenguas originarias, y de profesionales interpretes para asumir la responsabilidad de la traducción simultánea y dejar a los traductores la tarea de ocuparse de los textos escritos.

Para terminar, dejo constancia que en este artículo he centrado toda mi atención en la cuestión de la lengua quechua; les pido, lectoras y lectores, leer en la revista Ideele en la que se ha publicado mi artículo Voto de confianza: ganadores, perdedores y el quechua como actor no invitado. Verán ahí, por qué se rompió la frágil unidad de las derechas y por qué, queriéndolo o no, le dieron la confianza al primer gabinete del presidente Castillo. Su primera victoria.

Lo último: el primer ministro Guido Bellido acaba de merecer más atención mediática porque habría agredido a la tercera vicepresidenta del Congreso con una frase brutal: “solo falta que te violen”. Se ha defendido diciendo que no dijo eso, y ella insiste en que sí; se abrirá una investigación y veremos si hay videos y testigos congresistas que confirmen o nieguen lo dicho. Sí el primer ministro dijo eso, merece una crítica dura y sin ambigüedad alguna. Lamento, que la pequeña gran victoria del quechua se haya ensombrecido por este escándalo.

* Miriam Yataco es una sociolingüista peruana que ha trabajado en la Universidad de Nueva York, y vive en Nueva York, consagrada a varias redes de defensa de las lenguas de pueblos originarios. Su página Web es https://miryamyataco.com/biography.html y la red de grupos de defensa de las lenguas es https://www.facebook.com/groups/languagerights.derechoslinguisticos. Ella tiene una colección de videos sobre el maltrato a los congresistas indígenas en el congreso peruano, en particular las intervenciones de Martha Hildebrandt.