Primera interpretación auténtica: 2+1=3 

En tiempos de Alberto Fujimori, el abogado Carlos Torres y Torres Lara fue el promotor de la “ley de interpretación auténtica”, cuando sostuvo que 2+1 es igual a 3. Para su nueva reelección, prohibida explícitamente por la Constitución de 1993, Fujimori requería de un argumento legal. Como ya había sido elegido en 1990 y 1995, y quería ser relegido también en 2000, la del 2000 sería su tercera elección y solo podía reelegirse una vez. 2+1=3 como interpretación auténtica significaba: la elección de 1990 se hizo con la constitución de 1979; por lo tanto, ya no existe y la tercera elección real solo habría sido la segunda de la Constitución de 1993. Esa fue una iluminación jurídica que empedró la penúltima aventura electoral de Fujimori. Como sabemos, esa fraudulenta elección de 2000 concluyó con la huida de Fujimori a Japón; allí, como ciudadano japonés, quiso ser senador, pero fracasó y no tuvo ninguna interpretación auténtica que le hubiese permitido ganar.

Segunda interpretación auténtica: único plazo legal de 3 días = “directriz”

El abogado fujimorista Miguel Torres, hijo de Carlos Torres y Torres Lara, acaba de decir hoy en RPP que el plazo de 3 días establecido por la ley electoral para que los personeros presenten las observaciones y pedidos de nulidad sobre votos emitidos o actas de las mesas sea tomado en cuenta solo como “una directriz”, porque lo auténtico sería el derecho que los fujimoristas tienen de seguir presentando votos y actas en el tiempo que quieran y no solo en esos 3 días. En el vocabulario de este abogado, “directriz” equivaldría a orientación o consejo y no sería un plazo fijo que la ley establece para el debido proceso. En otras palabras: lo que es no es; debe ser como lo que quiera la señora K.

Con esta “interpretación auténtica”, la señora K quiere ganar, sí o sí, recurriendo a las triquiñuelas de sus abogados técnicos de alquiler que pretenden ignorar lo que l@s buen@s estudiantes de derecho conocen muy bien.

En este sainete de príncipes herederos de dinastías imposibles, el plan B de la señora K podría ser: huir del país o rogar a los dioses celestes que los militares den un golpe que la beneficie. Por el momento, ya están los rumores para asustar, por el limeñísimo miedo dejado como herencia por Francisco Pizarro. Demasiado han perdido las fuerzas armadas desde 1980 hasta ahora para que se atrevan a una inmensa vergüenza más en beneficio directo de la señora K.