Hace tres días, se agotó la vida de Ricardo Letts Colmenares. Su cansado corazón no pudo más. La izquierda peruana pierde uno de sus combatientes y much@s amig@s, sentimos su partida.
Desde la escuela y el colegio, tuvo el hábito de querer ser y ser el primero de la clase, el atleta alto y fornido, jugador de fútbol, nadador, con una carrera de ingeniero agrónomo con el privilegio de tener un papá hacendado y un gran futuro en la agricultura capitalista. Luego de unos años a cargo de la mediana hacienda en Sayán (150 hectáreas y 100 trabajadores) pudo ver el contraste entre su vida, y la de sus peones e sus hijos; al mismo tiempo, no tardó en dudar de sus convicciones sobre la existencia de dios, de su profunda fe católica, de acabar convencido de su no existencia, sin que eso quera decir que su fe religiosa marcó su personalidad. Sus primeros pasos en la política los dio al lado del arquitecto Fernando Belaunde y Acción Popular; su primer cargo de responsabilidad fue como Secretario general de la oficina de Cooperación popular. Muy corto le quedó el reformismo de Belaunde; sin pena ni gloria, terminó la edad de piedra de su vida política.
* No tuvo el guerrero RLC reposo alguno entre Acción Popular y Vanguardia Revolucionaria, VR. Junto con Ricardo Napurí, Edmundo Murrugarra, y un núcleo de cc, RLC participó en un largo período de sesiones de trabajo que culminó con la fundación del partido Vanguardia Revolucionaria -el 30 de mayo de 1965, en Lima- con una filiación política muy sencilla: “El socialismo en Perú no será calco ni copia sino creación heroica”. Surgió así, en el horizonte de la izquierda peruana una organización que desde el primer día tomó el rumbo señalado por el Amauta José Carlos Mariátegui, negando toda adhesión pro soviética, pro china o trotskista. Luego, en los tres años siguientes, fue indispensable examinar la experiencia guerrillera del Ejército de Liberación Nacional y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, de 1962 y 1965 y ver la pertinencia o no de una nueva propuesta guerrillera. RLC estaba listo para emprender ese camino. No fue posible por los cambios en el país, sobre todo por el peso de la reforma agraria velasquista de1969.
Hubo que redefinir los planes: el trabajo en el campesinado andino y costeño cañero condujo a la reactivación de la Confederación Campesina del Perú, CCP; al mismo tiempo, se dieron los primeros pasos en los centros mineros de la sierra central, en fábricas de Lima, entre maestros y estudiantes. Pronto, se rompió la precaria unidad entre las filas de VR, también entre las otras organizaciones de la izquierda estalló, como parte de un proceso de multiplicación de la división. En su libro La izquierda peruana: organizaciones y tendencias, RLC ubicó a 5 organizaciones en la Constelación del Partido Comunista, 8 en la galaxia de VR, 8 en la galaxia del MIR, 7 en la nebulosa trotskista y 6 en otros cuerpos celestes. 34 en total. (Segunda Edición ampliada pp. 111-114. En VR “estalló una granada”, afirma RLC; En la primera edición de ese libro, RLC presentó un terrible dibujo: el árbol de la izquierda, un tronco, con muchas ramas y ramitas). Otras granadas estallaron también en los otros partidos. El panorama no podía ser más desolador.
Luego de la Asamblea Constituyente y la nueva Constitución de 1979, se abrió para la izquierda un horizonte electoral que tiene ya más de 30 años, con el cual surgió un primer esfuerzo de unidad con la Alianza Revolucionaria de Izquierda, ARI, que fracasó por su división, y el de Izquierda Unida, que luego de su pasajero éxito volvió a volar en fragmentos.
* RLC navegó siempre en las aguas agitadas de la izquierda, formó VR, se mantuvo dentro luego de la salida de sus fragmentos trotskistas y los maoístas más radicales, formó parte de ARI, de Izquierda Unida, del Partido Unificado Mariateguista (PUM) del Partido Socialista y del Comité Malpica. En más de 50 años, Ricardo vivió períodos de ilusión y de esperanza, de soledad y de dolor, de disfrutar de mayorías y más minorías, de renovada ilusión y esperanza. Sus adversarios dentro de la izquierda no le perdonaron su origen social, su “condición de terrateniente” “de pituco” sin haber valorado el mérito que tuvo para romper con su clase (burguesía media) y dedicar toda su vida a tratar de cambiar el Perú. Muchos dirigentes de revoluciones de izquierda en el mundo nacieron en las clases y capas altas (Lenin, Fidel, por ejemplo). Más que esa grande y pequeña mezquindad, cuentan los actos de la derecha y los militares contra Ricardo. Lo apresaron muchas veces, lo deportaron otras tantas, Ricardo. también Javier Diez Canseco salvaron sus vidas cuando los agentes de Fujimori y Montesinos los buscaban para matarlos. Estando perseguido -en tiempos del toque de queda de la dictadura de Morales Bermúdez, luego de un encuentro a escondidas con María Luisa- vio el accidente en el que ella perdió la vida, en plena juventud. Ese fue un golpe durísimo para él y para Rafael, el niño de siete u ocho años. fruto del amor que se tenían. ¿Por qué los persiguieron, deportaron y quisieron matarlos? Por el peligro que representaban, por el ejemplo de estar siempre al lado del pueblo sin claudicación alguna. Esa entrega tiene un valor extraordinario y pesa más que sus responsabilidades en los errores políticos y la división de la izquierda.
* En un artículo que publiqué en La República (1984 o 1985), en tiempos de Barrantes como el primer alcalde de Lima, hice un elogio de Ricardo señalando su honradez personal para decir lo que pensaba sin esconder nada y sin necesidad de calcular lo que debería decir. Criticar abiertamente a los compañeros era, y sigue siendo aún, una práctica poco frecuente en el seno de la izquierda, lo mismo que en el mundo intelectual y académico. Lo acusaban desde todos los flancos. Defenderlo en ese momento, significaba ganar nuevos adversarios. Hoy, cuando su muerte dice “presente”, parte de los acusadores, lamenta su partida y lo llena de elogios. Ojalá se trate de tardías y sinceras confesiones.
* Ricardo no fue nunca un teórico, ni pretendió serlo; tampoco un investigador de la realidad como los académicos (salvo en parte de sus dos trabajos iniciales sobre la reforma agraria; escribió artículos, ensayos y libros en el día a día de la lucha política, dentro y fuera del Perú, como Perú: revolución, insurrección, guerrillas, o Révolution Socialiste ou Caricature de Révolution (Maspero, Paris, 1971) y La izquierda peruana: organizaciones y tendencias (Lima, 1981 y 2,014). Escribió también cartas, diarios, y libros de memorias.
* Ricardo tenía particular habilidad para producir frases políticas que servían para que unos lo sigan y otros lo ataquen sin clemencia: “El presente es de lucha, el futuro es del pueblo, el futuro es nuestro”, “Alianza y lucha”, “Unidad para vencer”, “Luchar, trenzar y persistir hasta Vencer”. Ésas frases expresan su espíritu guerrero, su permanente disposición para la lucha (hay una foto de Ricardo, tratando de impedir que un tanque avance en una de las plazas de Lima), su vocación por unir los fragmentos opuestos y complementarios, subrayando la complementariedad, y su fe inquebrantable en la victoria.
* Sus libros de memorias (Honrar padre y madre, La ruptura, Forjando Vanguardia Revolucionaria volúmenes 1 y 2), son en realidad confesiones sinceras de sus afectos familiares y amorosos, de sus tensiones familiares, de sus ideas, convicciones, y esperanzas. Su honradez y transparencia para expresar paso a paso el rompimiento con su clase, tanto con su familia, sus primeros amigos y sus opciones amorosas parecen no tener límites. Estas memorias de Ricardo son una fuente de primer orden para estudiar y conocer el pensamiento en la vida cotidiana de los burgueses que le recomendaron abandonar su idealismo, con argumentos que brotan de sus intereses y de su profundo racismo. Tengo serias dudas que otros libros de memorias tengan tanto de su atrevimiento y su transparencia para hablar de sí mismo; sin cuidado alguno, sin que le importase lo que digan o piensen de él, ni como quedase su imagen.
* No habría escrito este homenaje a Ricardo si no hubiésemos sido compañeros y amigos en VR. desde 1966 hasta mi renuncia al partido en 1979, y sin que hubiésemos seguido siendo amigos desde 1979 hasta el 17 de mayo, hace tres días, a pesar de nuestras serias discrepancias teóricas y políticas. Lo conocí cuando llegó a Paris en 1966 junto con María Luisa Raygada, su primera esposa. Después, ya en Lima, Anita y yo estuvimos muy cerca de ellos hasta la muerte de María Luisa en 1977. Lamento no haber guardado una copia de la carta que le escribí al saber de esa trágica noticia. No puedo dejar de recordar que una noche en tiempos de la dictadura velasquista Ricardo llamó a casa para decime si podíamos esconderlo por unas semanas. Anita y yo le dijimos sí; estuvo encerrado en Salamanca sin aparecer en la ventana de su dormitorio y reuniéndose con María Luisa siguiendo estrictamente las normas de seguridad. Tiempos después, con el mismo cariño y amistad, recibimos a Margarita Benavides, su nuevo y último amor, llena de vida y su african look, su vocación de antropóloga, y sus viajes a territorio asháninka. Tampoco puedo olvidar que ellos y otros amigos queridos formamos en 1992, una “Sociedad secreta del buen comer” para rotar mensualmente en nuestras casas, preparar un almuerzo con los saberes culinarios de cada pareja y la participación de nuetr@s hij@s. Queda para nuestras pequeñas memorias una pachamanca en casa de Margarita y Ricardo, siguiendo todas las reglas del Valle del Mantaro: también una visita al Alamein con motivos igualmente culinarios y la novedad de Huayta, estudiante de Arqueología, con su primera exploración del pasado preínca, de esa tierra sembrada de olivos y con tres banderas flameando; la blanquirroja peruana, la wifala o el arcoíris indígena, igualmente peruana, y la roja de la izquierda. No hubo en esa sociedad secreta invitación alguna a la política; cuando se filtró por una rendija, nunca fue mal recibida, porque primó siempre la amistad, el respeto y el cariño. Diez años después, quedé sin Anita y ellos estuvieron cerca de mí, de Huayta y Urpi. Hoy, nos tocó perder a Ricardo. Pienso en Delfina Paredes, grande en el teatro, con un corazón de izquierda muy grande y siempre cerca de Ricardo; en las buenas y en las malas.
* Margarita, Livia y Rafael tienen la fuerza para procesar su partida y tenerlo en sus corazones. Un hondo abrazo para las hermanas y hermanos de Ricardo, en particular para Marita. También para los amigos. Lamento que por la pandemia no pudimos verlo una vez más y despedirlo dándonos muchos abrazos, lleno de fuerza y cariño y diciéndole ¡Ricardo, presente, ahora y siempre!