Con 20 años haciendo música, cantando, grabando discos, viajando por el Perú y el mundo, en escenarios diversos, Los Cholos presentan su nuevo disco COMO AGUA DEL CAMINO -el sexto de su producción- siempre juntos los cuatro compañeros: Ricardo García Núñez, Vassili Goytizolo Palomino, Jinre Guevara Díaz y Gomer Valverde Valverde. Escribí antes un texto celebrando sus dos décadas de recorrido; vuelvo a hacerlo, luego de disfrutar oyendo las 15 canciones de su sextos disco compacto.

En ocho de ellas (1, 2, 5, 6, 8, 10, 12, 13 y 14) Los Cholos ofrecen versiones recreadas de un vals, una marinera, danzas, waynos indígenas quechuas; dos huaynos mestizos señoriales (9, y 15); una danza amazónica (3); una danza-qashwa cajamarquina (4) y dos waynos recientes con versos en castellano (7 y 11) que completan el repertorio escogido.

La particularidad musical de Los Cholos -su sello de garantía, digamos- es su dominio del charango y la guitarra, con los que traducen y recrean al violín y al arpa, los instrumentos fundamentales en los Andes peruanos luego de su legítima e ilegal apropiación por parte de los músicos que quedaron maravillados con la magia de esos instrumentos de cuerda. Manuelcha Prado logró traducir en su guitarra la fuerza del arpa y el violín en la ejecución de la danza de las tijeras de los ayllus de Puquio. Ricardo García y Gomer Valverde son los primeros en lograr lo mismo con el charango y la guitarra. El mérito de Ricardo García cuenta con un punto más si se toma en cuenta que es un chalaco amorosamente convertido en andino. Esta adopción es una prueba de la desterritorialización de la música y cultura andinas durante los últimos 50 años de nuestra historia. Haber nacido en los Andes y haber tocado y cantado en la infancia y adolescencia allí, en las tierras altas, no es más la única condición indispensable para determinar la calidad de los músicos y cantantes.

La osadía de tocar el precioso valse Wiñaytam Kawsanki José María - Vivirás eternamente - (2) de Alicia Maguiña, en un dúo de charango y guitarra, fue sencillamente feliz. Un trozo de sus versos: “…Mamay doña Caytana te espera a orillas del río / despertarás en sus brazos, abrigado en su cariño / El taita Felipe Maywa hará morir a la muerte…”, ilustra la belleza de este valse. El atrevimiento de Los Cholos tiene una sorpresa más: la creación musical de Alicia Maguiña que es un íntimo diálogo en tiempo de valse, es sustituida por el amoroso encuentro con una “caramusa” de los ayllus de Puquio y Lucanas, que es una danza con música especial de despacho, alegría, libertad y felicidad, que se baila en el año nuevo andino cada 21 de junio, gran celebración en honor del Sol que los cristianos venidos de España trataron de desaparecer llamándole en castellano fiesta del “Corpus Christi”.

Utuskuru es el pequeño gusanito que come el maíz. El compositor antiguo y anónimo del wayno le pide, ruega, a un gusanito como ese, para que averigüe dónde y cómo se encuentra su amada. El gusanito cumple con el encargo y le informa: “tu amor está ya perdido”. El enamorado compositor en vez de dolerse por la mala noticia, opta por insultar al Utuskuru llamándole cerdo y sucio, como si el mensajero fuera el responsable de la noticia. La versión cusqueña de este wayno, originalmente apurimeño, agrega versos de otras canciones y reproduce de ese modo una constante de apropiación “indebida” de versos, muy común en la canción andina.

En los waynos Como agua del camino (4) y Surco de la memoria (7) (el primero, letra y música de Jinre Guevara Díaz y el segundo, letra de Jinre Guevara y música de Ricardo García) el wayno es otra vez un punto de encuentro con la realidad y el grito de indignación, protesta, solidaridad y esperanza con y por el dolor andino y peruano al ver que el agua se vende, se envenena y se pierde: “Mi conciencia no se vende / es como el agua del camino / que da vida al campesino / y al pueblo que la defiende”. Más allá del agua bien-colectivo, está también el inmenso dolor por los desaparecidos, hermanas y hermanos a quienes no pudimos darles el último abrazo antes que los arrebataran del mundo. Se los llevaron sin pedirles permiso, los mataron y escondieron sus huesos, pero estos huesos - aún quemados - hablan por ellas y ellos. “No hay patria cuando hay olvido / cuando hay ojos apagados / cuando un hijo es arrancado / cual una espiga de trigo”. Como en la música y vida que sentimos y expresamos tocando, cantando y bailando, se reúnen la poesía, los versos sencillos y profundos, el dolor intenso que no ocultamos, la rabia que nos desborda y la esperanza que nos queda en medio de todo.

Los Cholos incluyen en este disco No me olvides / Emma (5), una marinera puneña sensiblemente hermanada con la cueca boliviana. Nuestra añosa zamacueca, cambió de nombre para llamarse marinera -en honor de los valientes del Huáscar, por obra de don Abelardo Gamarra el tunante- mientras que en Bolivia y Chile no sabemos lo que hicieron con la “zama” para quedarse solo con la “cueca”, hasta nuestros días, sin sentir “culpa” alguna. La zamacueca guardó en todas partes su encanto para bailar sin dejar de mirarse, de coquetear y desearse, por eso de “cuando las ganas se juntan”, como en la clásica Caballo viejo, célebre e histórica canción de los llanos venezolanos. Con una composición musical de Ricardo García dedicado amorosamente a su madre Emma, la marinera cede su lugar a un wayño para que las parejas celebren con alegría.

Finalmente, tomando la libertad de cambiar el orden de las canciones, valdría la pena terminar esta presentación con Alegría de la selva (3) una danza selvática, de los ribereños: una mezcla de indígenas salidos de sus comunidades, de colonos venidos de todas partes, de hombres y mujeres nacidos allí, en las riberas y restingas de los ríos. Saludemos con esta danza la presencia amazónica en la selección de Los Cholos, en este esfuerzo por seguir atando los cabos sueltos de nuestra república y democracia incipientes. Es posible sentir y oír lo mucho en común que guardan esa danza, la zamacueca-marinera y la caramusa, como expresión de fiesta, alegría, amor, encanto y sensualidad, por debajo y por encima de todos los dolores que los millones de José Marías han sufrido y siguen sufriendo.


Nota. Escribí esta presentación hace varios meses. Figura en el cuadernillo bellamente editado del disco, que acaba de salir del horno, técnicamente muy bueno. Por la pandemia, no será presentado aún de manera presencial, pero puede ya ser oído. Digo ahora lo mismo que habría dicho en una presentación presencial: Invito a ustedes, amigas y amigos, escuchen sus canciones y disfruten. En medio de la incertidumbre y las penas, la música sigue siendo un abrazo que nos hace falta.


Información para adquirir el disco: https://www.facebook.com/loscholos.peru