(Crónica 2, abril 2, 2019) 

Uno. El último episodio de la mina de Bambas tuvo al ministro del interior como protagonista real, escudado en una Fiscalía y en un Juzgado. Sacó de la manga una gravísima acusación: “El Presidente de la Comunidad de Fuerabamba y sus abogados asesores son miembros de una banda para delinquir”. Dijo son, no serían y -seguro de sí mismo- anunció que tenía las pruebas. Ofreció a los medios de prensa unos audios, que fueron una primicia. Su “servicio de inteligencia” puso en bandeja del gobierno una acusación que sacaría del escenario al presidente Gregorio Rojas y sus abogados, y obligaría a que la Comunidad elija nuevos dirigentes proclives a entenderse bien con la empresa MGM. Con la seguridad de que no necesitarían dialogar más con el alcalde, lo apresaron en Lima, a donde había llegado a conversar con funcionarios del gobierno. Lo apresaron junto con sus abogados, y también al vicepresidente de la Comunidad. Para redondear la faena, el gobierno y suspendió las garantías en Fuerabamba. Según ese cálculo, el paro de 50 días sería levantado y el gobierno podría detener su caída en las encuestas.

Dos. Los periodistas, en su mayoría defensores calificados de la empresa no dijeron nada sobre la rapidez de la actuación del gobierno a través de su ministro del interior y su flamante primer ministro, y de la Fiscalía y el Juzgado que sentenció sin juicio alguno al Gregorio Rojas como miembro de una banda para delinquir.

Tres. El ministro del interior y sus funcionarios no tuvieron la inteligencia necesaria para enterarse de lo que es una comunidad campesina, en general, y la de Fuerabamba, en particular. Entre tanto, los burócratas del gobierno, y los periodistas del pensamiento único pro-crecimiento, siguen convencidos que los dirigentes, incluidos los campesinos, hacen lo que quieren porque no los controla nadie, y que el éxito logrado contra las mafias formadas para delinquir y lavar activos en los predios judiciales y políticos del norte sería el mismo en Fuerabamba y las comunidades apurimeñas y cusqueñas. Como nadie pudo impedir que la señora Keiko vaya a la cárcel, la Comunidad de Fuerabamba quedaría descabezada y así le iría mejor a la empresa y al gobierno. ¿Que otro podría haber sido el cálculo político del gobierno?

Cuatro. El paso siguiente fue enviar a tres ministros con el encargo encontrar una nueva pareja para el baile del diálogo entre algunos alcaldes y autoridades comunales y reemplazar a don Gregorio Rojas.

La respuesta de la comunidad fue muy sencilla: 1. Para reiniciar el diálogo liberen a Gregorio Rojas, al vicepresidente y a los abogados. Los comuneros no tienen posibilidad alguna de encarcelar diez días a algún ministro. Sirva esta atrevida comparación para tener en cuenta que no se trata de un diálogo entre iguales, y 2. Yáyanse señores ministros, no los queremos aquí. Unas piedras a los helicópteros, habrían sido signos de una mala educación, incomparable con las balas de la policía que hace tres años mataron a tres campesinos en la misma zona de conflicto, y que en cualquier momento podrían repetir y multiplicar el número de muertos, dada la probada capacidad que la guardia civil tiene para matar cuando recibe la orden de hacerlo. Hoy, 2 de abril, continúa la búsqueda de interlocutores.

Cinco. ¡Qué maravilla! frente al contundente rechazo comunal, El juzgado dejó de considerar a Gregorio Rojas como “miembro de una banda para delinquir” y lo liberó. También dejó libre al vicepresidente Edison Vargas. No sabemos por qué: o su detención fue un acto de abuso policial, de uno más entre miles de abusos acumulados; o fue conveniente liberarlo para favorecer políticamente al gobierno. (Estaría en reserva un futuro castigo para él cuando las aguas revueltas tengan un remanso de calma).

Seis. Frente a la hipocresía estructural del Estado peruano (sí pero no, no pero sí, diálogo y cárcel para el interlocutor al mismo tiempo), la comunidad de Fuerabamba actuó con la fuerza de su institución comunal que tiene casi cinco siglos de existencia desde 1569 y un pasado más lejano en tiempos preincas. Más allá de las diferencias reales que existen entre las unidades domésticas de las familias de comuneros, el interés común de la comunidad es defendido por todos. La tierra es el bien mayor, la lengua, la cultura, la espiritualidad que expresa la unidad profunda entre los seres humanos y la naturaleza de la que somos parte. La Pachamama, tierra madre, es madre porque sin ella no estaríamos de pie en el mundo y no podríamos vivir. Agua y tierra, son las fuentes de la vida de todos los runas-seres humanos. Esta institución comunal ha resistido muchas embestidas hasta ahora. Las haciendas que nacieron en la segunda mitad del siglo XVI, al mismo tiempo que las comunidades, cayeron y desaparecieron como consecuencia de las tomas de tierras y las reformas agrarias. Hoy, se reconstituyen en la costa y la Amazonía con grandes latifundios, muy diferentes a los de antes.

Siete. La prensa mayoritaria -adicta a la empresa y al gobierno en menor medida- no dijo una palabra sobre la vergüenza del gobierno que tuvo que comerse un enorme sapo al liberar a los dirigentes comunales. Tampoco el gobierno fue capaz de reconocer sus errores y pedir disculpas a las autoridades comunales. Desde que Pizarro ocupa el palacio presidencial en Lima, pedir disculpas a indígenas y campesinos no figura en protocolo alguno de buenos modales gubernamentales.

Ocho. La prensa mayoritaria sopló a los 4 vientos la noticia de la disposición al diálogo por parte del gobierno y la empresa MGM, cuyo aviso pagado a página entera en periódicos de Lima y reproducidos en la radio y TV, proclamó lo mismo, además de halagar su aparente inocencia en este problema de las comunidades con el Estado. Como de costumbre, la Iglesia mostró su disposición a mediar en el conflicto y la prensa tuvo un titular oportuno. La prensa, la empresa, la iglesia y el gobierno no dijeron una palabra sobre quién rompió el diálogo, por qué y para qué. Estos actores tratan de protegerse debajo de un paraguas: el diálogo. Palabra dulce, que nadie rechaza, pero que está cargada de buenas y malas intenciones, de esas que en la ficción cristiana conducen a los cielos y a los infiernos.

Nueve. En espera de nuevos acontecimientos, es pertinente anunciar a quienes leen estas crónicas, algunos temas que serán tratados como: comunidades altoandinas: vivir a cuatro mil metros de altura; lo viejo y lo nuevo; comuneros ricos (apus) y pobres (wakchas); capitalismo y comunidades, Apus y Jesucristo; Pachama y la Virgen María; iglesias protestantes frente a la iglesia católica; dinero, individualismo, “comuneros emprendedores”; “los que usan celulares no son indígenas”; consulta previa y derechos; minas y envenenamiento de las cuencas de donde nacen todos los ríos que van al pacífico y al Amazonas?; defensa del agua y de la vida, etc.